29 ene 2011

Abundancia - Mory Ponsowy



“la tercera es la vencida” habrá pensado Mory Ponsowy antes de enviar su fogueada novela (había sido finalista del premio Clarín 2009 y la otra orilla 2010) al concurso Letra Sur 2010 y a semejanza de lo que casi siempre ocurría en aquellas batallas libradas por los legionarios del ejército romano, la carga del tercer ataque fue definitiva, y victoriosa.
Abundancia, tal el título de la novela referida, debería llamarse escasez si nos centrásemos en la voluntad y autoestima de la protagonista, quien posee en niveles por debajo de lo recomendable la segunda y necesita sniffarse un par de rayas para mover la aguja de la primera. Vive en un departamentito de soltera, tiene un fitito y un laburo inventando frases que asocian cualidades a productos que no las tienen, en una agencia de publicidad. Esta leyendo a Sapolsky, un barbudo de esos que aparecen en los documentales de NatGeo, que después de tantos años de convivir con los monos y estudiar sus conductas, llegó a la misma conclusión que mi maestro de taller en el industrial ya sabia: “el que nace para pito, nunca llega a ser corneta”; situación que la protagonista confirma diariamente al compararse con la bella, vital y productiva compañera de trabajo, que a todas luces a resultado favorecida en la combinación de genes y ambiente que señala el destino de cada uno de nosotros.
Tomar como certeza esta teoría, cuando uno sospecha que en la ecuación le ha tocado ser pito, convengámoslo, deprime a cualquiera. No se extrañe el lector entonces, si nuestra anti heroína se desliza por el tobogán de la flagelación física y anímica, hundiéndose más a cada paso, signada por esa recta trayectoria y algún que otro rengo hijodeputa.
Pero, quizá la falta de higiene personal durante tantos años, le chiflaron un poco el moño al barbudo de los monos y las cosas no sean tan determinantes, quizá le sea posible encontrar por motu propio, un tercer punto, ajeno a esa recta determinista, cuyo contacto permita trazar un arco, salirse del esquema, animarse a tocar otra música, aunque sea con un pito.
“Ese tercer punto es fundamental: marca la diferencia entre una línea recta y una línea de forma redondeada; entre puntos que avanzan estrictamente siempre en una misma dirección, y puntos que giran y dan vueltas en el plano, como si bailaran. Me gusta pensar que la diferencia que hay entre una línea recta y una curva es la misma que hay entre la monotonía y la sorpresa…En literatura, el concepto de arco es similar, aunque no tiene que ver con puntos y planos que se cortan, sino con trayectorias vitales: se habla de un arco para hacer referencia al camino seguido por aquellos personajes que, en algún momento de la historia, alcanzan una revelación. A diferencia de las vidas uniformes y lineales de casi todos los demás, las de ellos son impredecibles.”
Ya lo decían los romanos, el tercero, es el de la victoria.

22 ene 2011

El autobús perdido - John Steinbeck


Hace un par de días un cliente amigo que partiría rumbo a Buzios en plan de vacaciones, se acercó hasta la librería en busca de algún libro, con la sana intención de que su lectura acortara los 3000 km. que debería recorrer en colectivo para llegar a destino.
Le recomendé el autobús perdido al que adjunté a modo de promoción un marcador, no de páginas como era de esperarse, sino al solvente. Más de 40 horas pegado al asiento reclinable, en soterrada lucha con un desconocido por ganar la exigua comodidad de un simple apoyabrazos, solo se compensa, créamelo, con la lectura de semejante libro.
Juan Chicoy , un mejicano trasplantado en California, regentea un parador en el cruce de una ruta local que une dos carreteras principales; Quienes quieran llegar a Hollywood o las playas mexicanas viniendo del este, deberán hacer escala allí y tomar el destartalado “Sweetheart” que conduce Juan, hasta enlazar la ruta final de destino en San Juan de la Cruz. Su esposa Alice, junto a una dependiente, atienden el drugstore y Pimples, un jovencito acomplejado por su acné, le ayuda en la estación de servicio y el taller.
Un heterogéneo pasaje ha coincidido esta vez a bordo del bus lechero, que deberá tomar una ruta aun más alternativa que la habitual, debido a la crecida de un caudaloso río que amenaza destruir dos viejos puentes que jalonan el trayecto. Hasta aquí, la sencilla y mínima trama de la novela, que pone el zoom en el carácter, la personalidad, los móviles y sentimientos de los diez discordantes pasajeros, entre quienes se cuenta el Sr. Pritchard:
“Era un hombre de negocios, presidente de una empresa de tamaño mediano…sus pensamientos e ideas no se veían nunca sometidos a la crítica, pues de forma deliberada se relacionaba sólo con aquellos que eran como él. Detestaba a los extranjeros y sus países porque en ellos era difícil encontrar a sus iguales… En las ocasionales fiestas exclusivamente para hombres en que unas chicas desnudas bailaban encima de las mesas, el aullaba y bebía vino, pero había otros quinientos señores Pritchard allí con él.”
Quién viaja a Méjico de vacaciones, junto a su hija y su esposa Bernice:
"Había aceptado la libido inicial de su marido, y luego, de manera gradual y por medio de una reticencia leve pero constante, la había primero moldeado, después controlado, y poco a poco estrangulado… no quería ir a Méjico. Solo quería ver de nuevo a sus amigas después de haber estado allí. Mildred si quería ir, pero no con sus padres. Quería conocer gente nueva y rara, y a través de dicho contacto volverse nueva y rara ella misma."
Completan el pasaje Horton, un ex combatiente que recorre el país vendiendo artículos de bromas; el odioso y agrio Van Brunt al que la parca ya le pico el boleto; Nora, la fea empleada del drugstore que, harta de bancarse la histeria de su patrona, quiere probar suerte en Hollywood y Camille Oaks:

"Esa chica emanaba una sexualidad muy poderosa. Era la clase de chica a la que todos miraban al pasar. Algo tenía, y no era el maquillaje ni la forma de caminar, aunque eso también influía algo…no había forma de conservar un empleo normal, en las oficinas se armaba un revuelo cuando la contrataban. Ahora tenía un chollete…se desnudaba en despedidas de soltero y fiestas para hombres."
Dale, subí que quedan asientos. Te aseguro que vas a recordar este viaje mientras vivas.

15 ene 2011

La otra playa - Gustavo Nielsen


Gustavo Nielsen es arquitecto. También es escritor. Ejerce con singular éxito ambas profesiones. Siguiendo una línea de pensamiento determinista, podríamos inferir que sus novelas están bien “estructuradas” o bien, que sus edificios poseen “argumentos” interesantes. Puede que ambas cualidades sean verdaderas, aunque de seguro no por las causas mencionadas al principio.
Sin embargo, al leer la otra playa (premio Clarín 2010) resulta tentador buscar allí, conexiones entre ambas disciplinas, con el único afán de evitar reprimir en mi persona tentaciones inocuas, hastiado de hacerlo en las otras.
Por formación, los arquitectos son afectos a ir de lo general a lo particular, es decir, parten desde una idea general rectora, abarcativa y ordenadora, que luego va adquiriendo su forma definitiva con el agregado de matices y particularidades propias. Esta “idea” es algo más que el esqueleto de la novela, es su esencia.
Proclives al grafismo arquitectónico, podríamos dibujar la esencia de la otra playa con una especie de H: dos realidades o niveles paralelos y extemporáneos, se conectan en la piel de los protagonistas a través de lo irracional. Veamos.
Nivel 1: Antonio, fotógrafo cuarentón en crisis matrimonial, caminando por la peatonal se cruza con una joven desconocida que llama poderosamente su atención y a la cual comienza a fotografiar obsesivamente. El incidente, precipita el malestar familiar y Antonio se “retira” a pasar unos días en la casa costera de un amigo, presintiendo que en esa chica están las respuestas a las preguntas que agobian su existencia.
Nivel 2 (décadas después): Lorena, joven fotógrafa, años atrás perdió a su padre, de quien heredo la profesión, en un accidente automovilístico. Hace unos meses que está de novia con un escritor de novelas de terror, que la invita a pasar unos días en “aquella” casa junto a la playa.
Bueno, lo vais pescando, verdad. Promediando la novela comienzan a develarse las conexiones entre ambos niveles, dando paso a un juego en donde se mezclan los sueños y las apariciones, lo real y lo irracional, bajo el paraguas de Schopenhauer y su teoría de la fabricación de un fantasma:
"El ojo humano recibe imágenes debido a una mezcla de estímulos exteriores y convulsiones nerviosas internas. Pero también las puede recibir sin intervención de lo exterior. Por determinación de excitaciones interiores, el cerebro puede proyectar figuras en el espacio. Las figuras así formadas no serán fáciles de distinguir de las ocasionadas por los sentidos.”
Al final, la novela comparte algo de la esencia de este post: prometía una cosa y termino siendo otra.