31 ago 2012

Los peces no cierran los ojos - Erri De Luca



En el fútbol, el apelativo de distinto no guarda connotaciones negativas como en otros ámbitos, por el contrario, califica al portador como dueño de un saber superlativo, que solo él posee y que a los demás participantes les fue negado. Circunscriptos a esta caprichosa concepción del término, el napolitano Erri De Luca gradúa dentro de los parámetros como para entrar en esa clasificación, en el amplio panorama de la narrativa actual.
En esta novela autobiográfica, primera y única hasta ahora editada en Argentina, el narrador, en los albores de su vejez, recuerda el devenir del final de su niñez durante unas vacaciones de verano en una isla pegada a Nápoles.

“Destino, según su definición, es una trayectoria prescrita. Para la lengua española es también, más sencillamente, llegada. Para alguien nacido en Nápoles, el destino está a sus espaldas, es provenir de allí. Nacer y crecer en esa ciudad agota el destino: vaya uno donde vaya, ya lo ha recibido como dote, mitad lastre, mitad salvoconducto.”
Lo acompañan su madre y su pequeña hermana, pues su padre estiró el viaje hasta Nueva York en busca del escurridizo sueño americano. Su carácter introvertido, su afición a la lectura y los crucigramas terminará, por motivaciones antagónicas, de atraer la atención de una jovencita del norte y del trío de pretendientes que viene incluído, proclives estos al sencillo uso de los trompadones como catarsis ante elecciones que no los incluyan. Lejos de la delación o el arrugue, el pibe acomete los golpes y los besos a la manera de los peces, sin cerrar los ojos, intuyendo quizá que el premio mayor está en crecer.
Relatar con semejante maestría una historia sencilla como esta, no solo es fruto del talento y la sensibilidad, sino también del sentido que se la ha dado a una experiencia de vida singular. La agudeza quirúrgica en la elección de cada palabra, genera frases magras, sin aditivos, puro tendón y músculo.
"En los relatos de mamá, de la abuela, de la tía, estaban los grandes almacenes de historias. Sus voces han formado mi sintaxis, mis frases escritas no son más largas que el aliento que se precisa para pronunciarlas."
A la inmensa satisfacción de su lectura, deberé adjuntarle la promesa de renovarla, en la medida que asomen por estas pampas los demás libros que por suerte ha escrito De Luca. Ojalá no debamos esperar mucho tiempo a que suceda.