Parece extraño pensar hoy, que en los años de mi niñez el centro de mayor movilidad social del barrio era una parroquia: “la iglesia del padre Hugo”, como todos la conocíamos, era el motor de aquel caserío humilde plagado de baldíos. Donde ahora esta el templo, antes estaba la canchita, cuya expresa prohibición de utilizarla los domingos, desbrozaba el camino de tentaciones a aquellos pibes de poca fe, que acudíamos a misa con el único propósito de ganarnos las entradas para el matiné en el cine Rex, que el propio padre Hugo repartía al finalizar el oficio.
Por estas épocas, ciertas madres se daban a la tarea de organizar el pesebre viviente, al que en alguna oportunidad fui cooptado, en función de mi precoz altura, para representar a San José; Fue recién ha mediados de los 90’, después de leer el Evangelio según Jesucristo, que repare en lo injusto que fueron los Evangelios, ninguneando y vedando todo protagonismo, a aquella figura que había representado de niño.
Por el contrario, el evangelio escrito por Saramago en tercera persona, con una prosa excelsa y a tono con la temática, narra su visión respecto de los hechos referidos en el nuevo testamento y lo hace apelando a la humanización, lisa y llana, de los principales protagonistas: José y Jesús, padre e hijo, quienes cada uno a su turno según avanza la novela, deben cargar con el gran invento del cristianismo: La Culpa.
El autor, ateo confeso, se autoexilio de su Portugal natal después de la polémica desatada por la publicación de este libro, en el que los sagrados personajes se ven humanizados al punto de confundírseles con cualquier hijo de vecino, y al respecto nos dice:
Por el contrario, el evangelio escrito por Saramago en tercera persona, con una prosa excelsa y a tono con la temática, narra su visión respecto de los hechos referidos en el nuevo testamento y lo hace apelando a la humanización, lisa y llana, de los principales protagonistas: José y Jesús, padre e hijo, quienes cada uno a su turno según avanza la novela, deben cargar con el gran invento del cristianismo: La Culpa.
El autor, ateo confeso, se autoexilio de su Portugal natal después de la polémica desatada por la publicación de este libro, en el que los sagrados personajes se ven humanizados al punto de confundírseles con cualquier hijo de vecino, y al respecto nos dice:
"Es posible que estas suposiciones parezcan inadecuadas, no solo a la persona
sino también al tiempo y al lugar, osando imaginar sentimientos modernos y
complejos en la cabeza de un aldeano palestino nacido tantos años antes de que
Freud y Lacan vinieran al mundo, pero nuestro error, no es ni craso ni
escandaloso, si tenemos en cuenta el hecho de que abundan, en los escritos que a
estos judíos sirven de alimento espiritual, ejemplos tales y tantos que nos
autorizan a pensar que un hombre, sea cual sea la época en que viva o haya
vivido, es mentalmente contemporáneo de otro hombre de otra época cualquiera."
Ignoro si Daniel Salzano habrá tenido una experiencia similar a la mía, pero cuando escuché a Jairo interpretar esta canción, me alegró saber que la reivindicación de San José distaba mucho de aquella que a su turno había hecho Benedicto XV, declarándolo Santo Patrono Contra el Comunismo.
2 comentarios:
Gustavo: muy bueno el comentario que has hecho. Cuando leí el libro en 2005 me tardé un día en hacerlo y llegué a esa conclusión sin poder verbalizarla. Cierro esa culpa con tu comentario que acomoda mi pensamiento y mi memoria ¿qué otra cosa puede pedírsele a un librero? saludos
fiado!!
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