15 jun 2010

El arte de la Resurrección - Hernán Rivera Letelier



Aunque nacido en el sur de Chile, Hernán Rivera Letelier de muy pequeño se estableció con su familia en el norte, pleno desierto de Atacama, en uno de esos enclaves nacidos (y hoy ya desaparecidos) al calor de la explotación del salitre, que lo tuvo como uno de sus sufridos obreros durante casi 30 años. Ese desierto, inhóspito y olvidado, que marcó a fuego su vida y su obra, también es protagonista de su último libro, gracias al cual hace un par de meses ganó 120mil euros, premio que Alfaguara otorgó por decimotercera vez a la mejor novela inédita escrita en castellano y que contrasta notablemente con el primero que ganó en su carrera, a juzgar por sus dichos: “Escribí mi primer poema tirado en una playa, muerto de hambre. Lo escribí para enviarlo a un concurso radial cuyo primer premio era una cena en un hotel. Me la gané y nunca más paré de escribir”.

El arte de la resurrección”, tal el título del libro premiado, está inspirado en un personaje real, Domingo Zarate Vega, que vivió a principios del siglo pasado en el valle de Elqui, y que después de cumplir los 33 años, se largo a peregrinar por todo Chile anunciándose como la reencarnación de Jesucristo.

El personaje resultante de la ficción es uno de esos perdedores entrañables, cuyos actos a la par que confirma, pone en duda la esquizofrenia que padece. Su dignísimo vagar por los miserables asentamientos salitreros, predicando inéditos evangelios, recetando remedios caseros y soportando bromas de todo tipo, lo acercarán a "La piojo", lugar donde vive Magalena, una “puta santa” o una “santa puta” devota de la Virgen de la Merced, a la que intentará sumarla en su apostolado, sabedor de que los deberes espirituales no inhiben los carnales. El conflicto sindical que se vive en la salitrera, nos perfilará la conformación de ese pequeño y simbólico mundo de fuerzas en pugna, las que terminarán por derramar insondables consecuencias sobre sus protagonistas.

Escrita con un lenguaje pleno de regionalismos, el humor que se despliega en sus páginas termina por conformar un “cristo” absolutamente humano, preso de tentaciones y sentido del humor, que en medio de un sermón puede decirle a sus discípulos: 'Esperadme, que voy a mear detrás de esos arbustos" sin por ello perder integridad.

Comúnmente se sitúa a Letelier entre los cultores del realismo mágico, sin embargo sus personajes se parecen mucho más a los de Osvaldo Soriano que a los de García Márquez, y como le ocurriera en vida al "gordo", su escritura es ninguneada por el establishment literario de su país y el nuestro. Para cuando se den cuenta, ya su nombre será bandera en las hinchadas.

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