En la cementicia y despojada aula de un colegio de Villa Nueva, a fines del año pasado se presentó el reconocido escritor Andrés Rivera. Asistí y disentí, en cuanto le oí decir que todavía no se escribió una novela que valga la pena –textual- sobre los oscuros años del proceso militar; apresurado le inquirí si tal afirmación no olvidaba “Cuarteles de Invierno”, -cual? de quien es? -soriano, le apunto su mujer, y la despectiva mueca resultó elocuente como respuesta. Aunque conocía su desinterés por el fútbol, lo imagine poseído por un desbordado fanatismo quemero, razón que lo impulsaba con total autoridad, a denostar cualquier ser o ente que tuviese relación con San Lorenzo, divisa que supo amar como pocos, el gordo Soriano. Liberado así, de aquel gesto ninguneante y pasional, comenzare a reseñar la mejor novela que he leído sobre aquellos terribles años.
En la misma Colonia Vela de “no habrá más penas ni olvido”, gobernada ahora, con total anuencia y apoyo de las “fuerzas vivas”, por un militar, son contratados para actuar en las fiestas patronales un cantor de tangos medianamente conocido y un boxeador en decadencia, quienes no solo comparten la única habitación del hotel, sino también la pretensión de hacer su show, cobrar y volver inmediatamente a Bs As. Un incidente mínimo, como la negativa a firmar un autógrafo, da inicio a una serie de acontecimientos que arrastran a estos personajes comunes a salirse del libreto y enfrentar la humillación y el abuso, con la única arma disponible: la dignidad. Soriano logra con una historia simple, reflejar de manera extraordinaria la atmósfera de aquellos años y lo hace obviando la denuncia directa y explicita, apelando a la metáfora de una manera que no deja dudas en su mensaje. Y eso es literatura, por más que a los hinchas de huracán no les guste.
En la misma Colonia Vela de “no habrá más penas ni olvido”, gobernada ahora, con total anuencia y apoyo de las “fuerzas vivas”, por un militar, son contratados para actuar en las fiestas patronales un cantor de tangos medianamente conocido y un boxeador en decadencia, quienes no solo comparten la única habitación del hotel, sino también la pretensión de hacer su show, cobrar y volver inmediatamente a Bs As. Un incidente mínimo, como la negativa a firmar un autógrafo, da inicio a una serie de acontecimientos que arrastran a estos personajes comunes a salirse del libreto y enfrentar la humillación y el abuso, con la única arma disponible: la dignidad. Soriano logra con una historia simple, reflejar de manera extraordinaria la atmósfera de aquellos años y lo hace obviando la denuncia directa y explicita, apelando a la metáfora de una manera que no deja dudas en su mensaje. Y eso es literatura, por más que a los hinchas de huracán no les guste.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario