Cormac McCarthy es un escritor antiestrella. Esta modalidad marketinera, cuyo caso emblemático es el también norteamericano Thomas Pynchon, consiste en hacerse el misterioso, no dar entrevistas, no fotos, no presentaciones y tener un paradero incierto. (Advertencia: chicos, no lo intenten en sus casas: solo funciona si uno escribe como ellos.)
Sus trabajos empezaron a publicarse en español en el 2001, después del éxito de Meridiano de sangre, aunque su popularidad explotó en el 2007, cuando los geniales Hermanos Cohen adaptaron su novela No es país para viejos, y con la ayudita de Javier Bardem, la convirtieron en un Oscar. Casi para la misma fecha que la peli se estrenaba en argentina, Cormac ganaba el Pulitzer con La Carretera, su posterior novela que también fue llevada al cine (el trailer puede verse linkeando aca) cuya reseña es lo que sigue: En iunaiteisteis parece que hubo un quilombo realmente grosso (léase: guerra nuclear, catástrofe natural, menemismo, etc.) Una nube de cenizas cubre totalmente el sol, frío y lloviznas casi constantes, muy pocos sobrevivientes y fundamentalmente: hambre. Padre e hijo marchan, con sus pocas pertenencias arrumbadas en un changuito de super, siguiendo la ruta que va al sur, al mar o quizás a otro lugar más ameno. No huyen, solo caminan buscando comida y esquivando peligros, que los hay. Esa es la trama, desarrollada con una prosa contundente, recia y desolada, a tono con el paisaje que describe y que es imposible no habitar mientras se lee, y es ese el gran merito de esta novela: empujarnos, en ese contexto apocalíptico, a responder las terribles preguntas que se insinúan.
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