Desde que por el mes de julio, decidí ser un pelotudo más (según JP Feinmann) y armar este blog, estoy más atento a lo que pasa en la blogosfera, particularmente en lo que respecta al ámbito de nuestra Villa. Dentro de esa variada paleta de blogs locales (son cerca de 300) esta semana descubrí uno que me llamó poderosamente la atención, se llama: harto de mi soledad y lo lleva adelante un anónimo “borderline” quien testimonia, a veces de manera brutal y desgarradora, otras con mayor sentimentalismo y comicidad, el transcurrir de su vida dominada por una absoluta y desesperante soledad. Leyendo esas entradas recordé Muñecas, la cuarta (de cinco) novela de Ariel Magnus, con la que el año pasado ganó el premio Iberoamericano de novela breve que otorga el gobierno Colombiano.
La novela es un pequeño ensayo sobre la soledad, La primer parte esta contada por el personaje masculino, un judío de padre abusador, que por decisión propia se marcha al extranjero (un pueblito de Alemania, donde transcurre la novela) para no tener conocidos y así poder disfrutar de una apacible soledad. Su ambición se ve truncada, cuando se topa con el personaje femenino, una alemana, hija de un nazi que trabajaba en Auschwitz pero por el contrario, era excelente padre y que lo invita, sin conocerlo casi, a su fiesta de cumpleaños. La personalidad correcta y sensible de el, hacen que por cortesía concurra a esa fiesta, en la que termina siendo el único invitado en acudir. La angustia, el vacio y el sentimiento de abandono de la chica, es referida en la segunda parte de la novela, contada por ella, quien padece y sufre la soledad que el otro ambiciona.
El título del libro, hace referencia a modernas muñecas de silicona, que tienen la capacidad de segregar fluidos, calentarse y guardar un parecido físico con las mujeres verdaderas con el añadido (o sustraído) de que no hablan y que son motivo de colección por parte del protagonista (de la novela, aclaro)
Excelentemente narrada por este porteño nacido en 1975, que vivió 6 años en Alemania y que actualmente colabora con algunos diarios del país y el exterior, la corta novela enfrenta, en un genial juego de opuestos, las dos posibilidades de soledad: aquella que es elegida y la otra, atroz y asfixiante, que es impuesta y que la mayoría de las veces, no se trata solo de ficción.
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