Cristhoper, el protagonista y narrador de la novela, una noche encuentra al caniche de su solitaria vecina despanzurrado en el jardín y en un malentendido es culpado por esta del crimen canino, situación que le provoca una pintada de dedos en la policía.
Cristhoper vive solo con su padre (aparentemente su madre murió un par de años atrás) tiene 15 años y un trastorno neurológico catalogado como síndrome de Asperger que dificulta notablemente su interacción social. Esta alteración de espectro autista, le impide entender el lenguaje no verbal, lo que entorpece la interpretación de la información que recibe; en contrapartida posee una inteligencia muy superior a la normal en aspectos como el lógico-matemático y una incapacidad absoluta para mentir o entender metáforas y frases de doble sentido.
El incidente con el perro lo ha avergonzado y lo impulsa a investigar la identidad del asesino, volcando sus consideraciones en un libro que comienza a escribir a instancias de su maestra en la Escuela Especial a la que asiste. Su escaza empatía dificulta notablemente su cometido, al punto que su padre descubre el libro y temeroso de que su hijo se meta nuevamente en problemas, se lo confisca, prohibiéndole terminantemente continuar sus planes referidos al suceso del perro. La intención de recuperar esas anotaciones aproximará al protagonista a una seguidilla de revelaciones acerca de sus progenitores, quienes por acciones u omisiones, terminan por empujarlo a enfrentarse con sus miedos y obsesiones, pero también con una sociedad prejuiciosa que encasilla y ningunea su neurodiversidad.
El autor no expone estas conductas de manera obvia y panfletaria, sino que lo concibe en la piel del protagonista, pues el libro que leemos, no es otra cosa que el escrito por Cristhoper a partir de la injusta acusación de su vecina. Y es precisamente esa actitud, la de ponerse en el lugar del distinto, lo que lo hace creíble y placentero.
Juzgo interesante conocer como alteraciones de este orden no impiden el desarrollo integral del individuo, aunque resulta muy peligroso que como sociedad, en el procesamiento de la información que nos llega, seamos incapaces de interpretar los gestos que nos alertan sobre padecimientos futuros. Y actuar en consecuencia.
1 comentario:
Estupendo. imperdible!Laura
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